Nos quedamos con las ganas de adentrarnos más en el seno de esa Alejandría creada por la magia de la tarjeta gráfica y el diseño del ordenador en los tiempos de este cine tan decadente. Nos quedamos con las ganas de conocer mejor a la fascinante Hipatia de cuello de cisne y estofada melena barroca; a la brillante mujer filósofa, a la primera matemática de la historia de la humanidad. Nos quedamos cortos, ávidos de la magia del mejor cine y decepcionados por la magnífica oportunidad desdeñada por el ingenioso Amenavar en su cosecha propia. Las estadísticas, las cifras, la recaudación de las taquillas de los mejores cines, dirán todo lo contrario…pero, nos quedamos con las ganas de escuchar –o mejor dicho ver- a la colosal maestra neoplatónica romana, nacida en la mítica Alejandría, impartir algo más de matemáticas y Astronomía, que lo que exige un guión convencional. Los que quedamos prendados de este singular personaje que dormía en los laureles del olvido, nos tuvimos que conformar con lo poco que nos ofrecía la fábrica de sueños, donde Hipatia se nos perdía, difusa y vagamente enredada en el celofán de la película, víctima indirecta del fanatismo de los hombres guidados por los dioses paganos y el fundamentalismo monoteísta (nada nuevo bajo el sol desde el siglo V a nuestros días. Ella que había educado en su selecta escuela a los mismos aristócratas que después ocuparon altos cargos como el obispo de Ptolemaida, Sinesio de Cirene -que mantuvo una importante correspondencia con su maestra-, Hesiquio el Hebreo y Orestes, que llegaría a ser prefecto imperial de Egipto en el momento de la muerte de la filósofa alejandrina. Amenavar nos muestra a una Hipatida en su plenitud de edad incierta, que despierta las pasiones de dos de sus alumnos cuyas vidas discurren por caminos diametralmente opuestos: Orestes el más osado pretendiente que fascinado por la sabiduría de su maestra termina resignándose a rendirle veneración y Nabor, su esclavo favorito y discípulo aventajado que arrastrado por el fanatismo sectario de los cristianos, la abandona sin llegar a olvidarla y le concede el privilegio de morir dignamente, antes de padecer el martirio de la lapidación. Hipatia murió a una edad avanzada, 45 ó 60 años (dependiendo de cuál sea su fecha correcta de nacimiento), linchada por una turba de cristianos. Su asesinato se produjo en el marco de la hostilidad cristiana hacia el declinante paganismo y las luchas políticas entre las distintas facciones de la Iglesia, el patriarcado alejandrino y el poder imperial, representado en Egipto por el prefecto Orestes, ex alumno de la filósofa. Las fuentes antiguas apuntan al Patriarca Cirilo de Alejandría como el principal responsable de la muerte de Hipatia, aunque no hay certeza sobre el grado exacto de su implicación en los hechos.(fuente Wikipedia)
Lo dicho, nos quedamos con las ganas de profundizar en las fuentes de la mujer que administró y regentó la una de las maravillas del mundo –lamentablemente perdida- como fue la Biblioteca de Alejandría. La magia del cine no hizo más que abrirnos el apetito y dejarnos con un buen sabor de boca. De todas formar hay que dar las gracias al genio de Amenavar por descubrirles a muchos el nombre de una mujer incomparable: HIPATIDA.4
si este es tu Cine: entra, ponte cómodo y ayúdame a recordar. -ANTONIO SIERRA ESCOBAR-
a mi PADRE...
Dedicado a las salas de CINE desparecidas en SEVILLA. Vaya mi pequeño tributo de admiración y cariño a esas calles y edificios que las cobijaron y el LLAMAMIENTO encarecido a cuantas personas quieran aportar datos ó documentos gráficos sobre su existencia a este rincón, donde deseo que se consideren como en su propio PATIO DE BUTACAS
la novela
Datos personales
- ANTONIO SIERRA ESCOBAR
- MONTEQUINTO, SEVILLA, Spain
- SI TE GUSTA, ¡QUE IMPORTA QUE NO LO COMPRENDAS!
jueves, 22 de octubre de 2009
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