
Gabriel García Márquez, soñó un día
Que era Macondo bueno y lo fundara
Un coronel que nadie le escribía
Promotor de mil guerras olvidadas.
La ciénaga sembró de fantasía
Con chozas de bananos en su palma
En aquel tiempo en el que carecían
De nombre algunas cosas ignoradas
A la aventura insigne se ofrecía
Al frente de una tropa descalzada,
con indianos guajiros que se abrían
Paso entre la maleza empantanada.
Fue entonces cuando absortos descubrían
Un galeón inmenso de la España
Encallado en la fronda embravecida
Por la naturaleza desquiciada.
Conocieron el hielo de la mano
De un gitano alquimista con sombrero
Melquíades fabuloso y venerado
Tocado de anacrónico chaleco,
Y vieron el cometa inconcebible
Que cruzaba el caribeño cielo
Y un diluvio en los tiempos del cólera
por el mar que vendieron
Los gringos a las grandes compañías
Dejándolo desierto.
Llegó entonces la fiebre del insomnio
Y los dejó perplejo de memoria
Las paredes escritas del recuerdo
Y el conjuro solemne de Amaranta
Que consagró su vida en el empeño
De tejer su sudario por la causa
De un amor contrariado en el destierro
Acompasado de un vals de mariposas
Que precedía a un italiano bello.
Fue entonces cuando Ursula Iguarán
Quiso acabar con tanto desconcierto
Y andaba por aquella ilusa casa
Dándo palos de ciego
Tratando de sentar tantas cabezas
De infinitos Arcadios y de Aurelios
Hasta que algún Buendía
Naciera con la colita de cerdo.
III
En su laberinto inmarcesible
El amor se parece a un cuento
Tiene el sabor de la amarga almendra
Impregnada en el claustro de un convento…
Su santa madre pintaba oropéndolas
Cuando aquel hijo sesteaba en la hamaca
Ensopado por el fragor de las calendas
Del insufrible estrago de las cuatro.
Los dictadores al dominó jugaban
En la hacienda de su exilio dorado
Mirando al mar ,océano desierto
Que se lo habían llevado.
Y en el parque de los cuatro evangelios
Otro amor contrariado
Se sentaba en su banco de paciencia
Bajo el balcón amado.
Madre de mis entrañas cenicienta
Bendición Albarado
Donde estás, que necesita venda
Mi corazón sangrando.
Arcángel San Gabriel García Marquez
Tu que has escrito tanto
Del amor en los tiempos del cólera
No hay mal que dure tanto
Más que la soledad que se reviste
De gloria a los cien años.
Que era Macondo bueno y lo fundara
Un coronel que nadie le escribía
Promotor de mil guerras olvidadas.
La ciénaga sembró de fantasía
Con chozas de bananos en su palma
En aquel tiempo en el que carecían
De nombre algunas cosas ignoradas
A la aventura insigne se ofrecía
Al frente de una tropa descalzada,
con indianos guajiros que se abrían
Paso entre la maleza empantanada.
Fue entonces cuando absortos descubrían
Un galeón inmenso de la España
Encallado en la fronda embravecida
Por la naturaleza desquiciada.
Conocieron el hielo de la mano
De un gitano alquimista con sombrero
Melquíades fabuloso y venerado
Tocado de anacrónico chaleco,
Y vieron el cometa inconcebible
Que cruzaba el caribeño cielo
Y un diluvio en los tiempos del cólera
por el mar que vendieron
Los gringos a las grandes compañías
Dejándolo desierto.
Llegó entonces la fiebre del insomnio
Y los dejó perplejo de memoria
Las paredes escritas del recuerdo
Y el conjuro solemne de Amaranta
Que consagró su vida en el empeño
De tejer su sudario por la causa
De un amor contrariado en el destierro
Acompasado de un vals de mariposas
Que precedía a un italiano bello.
Fue entonces cuando Ursula Iguarán
Quiso acabar con tanto desconcierto
Y andaba por aquella ilusa casa
Dándo palos de ciego
Tratando de sentar tantas cabezas
De infinitos Arcadios y de Aurelios
Hasta que algún Buendía
Naciera con la colita de cerdo.
III
En su laberinto inmarcesible
El amor se parece a un cuento
Tiene el sabor de la amarga almendra
Impregnada en el claustro de un convento…
Su santa madre pintaba oropéndolas
Cuando aquel hijo sesteaba en la hamaca
Ensopado por el fragor de las calendas
Del insufrible estrago de las cuatro.
Los dictadores al dominó jugaban
En la hacienda de su exilio dorado
Mirando al mar ,océano desierto
Que se lo habían llevado.
Y en el parque de los cuatro evangelios
Otro amor contrariado
Se sentaba en su banco de paciencia
Bajo el balcón amado.
Madre de mis entrañas cenicienta
Bendición Albarado
Donde estás, que necesita venda
Mi corazón sangrando.
Arcángel San Gabriel García Marquez
Tu que has escrito tanto
Del amor en los tiempos del cólera
No hay mal que dure tanto
Más que la soledad que se reviste
De gloria a los cien años.